martes, 12 de febrero de 2008

Alegoria de la Caverna de Platón

RELEXIONES SOBRE LA ALEGORÍA DE LA CAVERNA DE PLATÓN
Autor: Carlos I. Saavedra L.


La alegoría de la Caverna, es la tercera de tres imágenes –el Sol, la Línea, y la Caverna- en el marco de los temas desarrollados en los libros V, VI y VII de la República. A través de este conjunto de imágenes es posible identificar los aspectos más relevantes de la Teoría de las Ideas de Platón, así como sus consideraciones con relación a la educación y en particular, sobre la clase de conocimiento que debe poseer el filósofo- gobernante del Estado Ideal. La relación entre epistemología y pedagogía se da a partir de la necesidad de la educación, cuyo proceso conduce hacia la cultura, en tanto estado cognitivo.

La alegoría de la Caverna, representa la ascensión de la mente desde las secciones inferiores de la línea hasta la parte superior, como parte de un proceso que comprende una serie de conversiones epistemológicas que dan cuenta del paso de un estado cognitivo más adecuado a otro estado más completo de conocimiento (Copleston, 1981: 170).

Es evidente que la alegoría de la Caverna hace parte de la teoría de las ideas de Platón, desarrollada junto las imágenes del Sol y la Línea Cortada. Estas imágenes sirven para clarificar qué clase de conocimiento debe poseer el filósofo- gobernante del Estado Ideal (Melling, 1991: 153).

La Alegoría, representa el ascenso al mundo superior y a la contemplación de las cosas de lo alto, representa el camino del alma en su ascensión al mundo inteligible 517b(6), en cuyo límite se encuentra la idea del bien, y que a pesar de la dificultad que el hombre tiene para percibirla, aparece el razonamiento siendo la causa universal de todo cuanto es recto y bello; en el mundo visible, es la generatriz de la luz y del señor de la luz, y en el inteligible, es la señora y dispensadora de la verdad y de la inteligencia, y tiene que verla quien quiera conducirse sabiamente, así en la vida privada como en la vida pública 517c(1- 7).

Los prisioneros de la caverna representan a la mayoría de la humanidad a quienes permanecen en un estado de incultura y pareciera estar satisfechos con esta situación. Estas personas sólo pueden ver las sombras de la realidad y sólo escuchan los ecos de la verdad. De acuerdo con Copleston (1981: 171), la opinión de los prisioneros sobre el mundo esta deformada por sus propios prejuicios y pasiones así como los prejuicios y pasiones de los demás. En caso de que los prisioneros fueran liberados teniendo la oportunidad de contemplaran las realidades de aquello cuyas sombras habían visto anteriormente, que darían segados por el fulgor de la luz y se figurarían que las sombras eran mucho más reales que las realidades. En ese sentido, la única forma en la que los prisioneros de la caverna lograrían salir, es de su trabajo y de su interés por ver la luz del sol, que en la alegoría de la Caverna es la representación de la ideal del bien.

Y es precisamente a través de la educación y de la crianza, como las personas pueden alcanzar la comprensión de la idea de bien, de las verdades y los valores eternos y absolutos. Esta condición es indispensable para quienes por naturaleza están destinados a la administración de la ciudad. En ese sentido, es el filosofo la persona que por su comprensión de las realidades eternas e inmutables puede acceder a esta posición. El filósofo tiene ante los ojos de su mente los paradigmas de perfección de los que pueden derivarse criterios de valor, permitiéndole extraer reglas y normas apropiadas para la organización de la vida social y política (Melling, 1991: 153).

Sin embargo, es claro que no todos pueden participar de ese proceso de conversión y ascenso, ya que la virtud del conocimiento, parece depender de algo más divino que todo el resto, y en cuyo ser está, el que jamás pierda su poder, y que, según la conversión que se le dé, tornarse útil y provechoso, o por el contrario, inútil y nocivo” 518e(3- 7). Ahora bien, esta condición más que un privilegio supone una responsabilidad, teniendo en cuenta que lo que debe procurarse es el bienestar de la ciudad. El filosofo es ante todo educador y de la educación depende el porvenir de la Ciudad.

BIBLIOGRAFÍA

• Copleston, F. Historia de la filosofía. V. 1. Grecia y Roma. Ariel. Barcelona (1961) 1981.
• Crombie, I.M. Análisis de las doctrinas de Platón. Trad. A. Torán, J. Armero. Alianza. Madrid. (1962) 1979.
• Mellign, D. Introducción a Platón. Alianza. Madrid. (1987) 1991.
• Nettleship, R.C. La educación del hombre según Platón. Atlántida. 1945. Buenos Aires.
• Platón. República. Trad. A. Gómez Robledo. Universidad Autónoma de México. 2000.